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De la basura a tu montura: el plástico se transforma en gafas en Colombia

Unas gafas de la marca Sajú recién elaboradas con plástico reciclado. 

El plástico se reutiliza en una tienda en Bogotá para convertirse en gafas de manos de un particular mono, el que representa a la marca Sajú, una empresa colombiana que hace del reciclaje una actividad divertida y personalizada para darle una segunda vida a un material desechable que ahora puede transformarse en tu montura.

Sajú toma su nombre del apelativo con el que llaman en la región del Pacífico colombiano al mono capuchino, explica a Efe Juan Pablo Pradilla, uno de los fundadores de esta empresa que le agrega valor a uno de los residuos que más se generan a diario.

Ya sea con tu propio plástico o con el que ellos tienen en la tienda, de hasta 12 colores y que proviene «de juguetes que salieron dañados o de carpetas de colegio», explica el fundador, uno crea su propia mezcla, elige los cristales que más se ajustan a las gafas y se dirige a la «máquina» donde ocurre la magia.

Tras depositar la mezcla de plástico en un tubo transparente se pulsa el botón que da inicio al proceso, de unos 20 minutos de duración.

Faltando apenas un minuto para terminar, las luces de la tienda se apagan, comienza una cuenta atrás de un cronómetro situado en la parte superior y cuando llega a cero se abre un compartimento que desprende una capa de humo para finalmente revelar el producto.

Los clientes reservan su experiencia a través de la página web y reciben en casa un paquete con instrucciones y explicaciones sobre el reciclaje y qué plásticos sirven.

Lo que más sorprende a los clientes, cuenta Pradilla, es «que las gafas salgan. Cuando realmente las gafas salen y ellos entienden que los colores que mezclaron son los de las gafas, quedan muy sorprendidos».

Vista de un recipiente con plástico reciclado para fabricar gafas de la marca Sajú. EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

El costo del reciclaje

«Hay un tema triste, y es que nos saldría más económico hacer nuestras gafas con plástico nuevo que como lo estamos haciendo», es decir, reciclando, lamenta Pradilla.

Por ejemplo, las tapas muchas veces «tienen otro plástico» que no se puede usar, «hay que separarlo manualmente», y «el tema del reciclaje es que uno no puede mezclar plásticos».

«Toca separar por colores, tiene un proceso manual muy complejo (…) y esto (el proceso Sajú) simplemente lo que hace es agregarle valor a un material que, además, es muy barato (nuevo)», añade.

Al final, «consumir más plástico o hacer algo con el que ya tenemos es una decisión personal con la que mucha gente está alineada» aunque haya «que pagar un poquito más. Nosotros, por ejemplo, tenemos un sobrecosto (al fabricar las gafas de esta manera), pero entendemos que es parte del proceso de hacer las cosas bien».

El origen del mono

Los tres socios de este proyecto arrancaron cuando estaban en la universidad y, tras pasar una temporada de intercambio fuera, volvieron a Colombia con los populares cuelga gafas que en Europa vivieron su apogeo hace unos años.

Entonces, un compañero de clase les preguntó si los iban a vender y, sin pensárselo dos veces, le aseguraron que en 15 días tendría su propio cuelga gafas. De ahí salió el nombre de la empresa, porque «lo que queríamos era hacer cuelga gafas divertidos, que la gente se los pudiera colgar y le quedaran las manos libres para hacer lo que quisiera», explica.

Ese fue el inicio de una aventura que les ha llevado por la ruta de la sostenibilidad, y después de lanzar su primera colección de gafas hace un año, recientemente abrieron su primera tienda en Bogotá, donde uno va con su propio plástico para crear las suyas.

El futuro del mono

Sajú cuenta además con una variedad de productos como los cuelga gafas, a los que llaman «colas del mono», pero también unos llaveros de un mono que guarda en su interior un limpiagafas o pines metálicos que se ponen en la ropa para sujetarlas.

Otra peculiaridad de la tienda son los «swaps», un concepto desarrollado para dar la posibilidad a los clientes de cambiar sus gafas hasta tres veces al año.

Cuando uno diseña por primera vez sus gafas, puede comprar estos vales que van desde los 39.000 hasta los 79.000 pesos colombianos (de 10,4 a 21 dólares/de 9,30 a 18 euros) y cuando desee puede llevarlas al local, donde «escogen de nuevo una mezcla y tienen unas gafas nuevas en 20 minutos».

Tras el éxito de la tienda, Sajú ya busca expandirse y abrir otra en Medellín y entre sus planes está aterrizar en Ciudad de México o Montevideo, mirando hacia «América Latina, que es nuestra zona de confort», adelanta Pradilla.

Artículo fuente: https://www.efeverde.com/noticias/gafas-colombia-basura-plastico/

Gerónimo Vierma

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